Taller Libre de Proyecto Social

Los problemas de la vida de los pueblos en las ciudades

Reseña de la exposición de la Mg. Arq. Beatriz H. Pedro en la Mesa Redonda «La urgencia habitacional, la urgencia urbana» (llevada a cabo el 28 de diciembre de 2010 en el Centro Cultural Raíces)

“Cómo se podrá detener al que entienda de verdad lo que pasa.
Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana.
Y el jamás se convertirá en el hoy.”

Bertolt Brecht,

La problemática que emergió con la ocupación del Parque Indo-americano por miles de familias en el barrio de Soldati de la Ciudad de Buenos Aires, en diciembre de 2010, puso en evidencia la crisis de la vivienda que se vive en las ciudades de América Latina, en las que se concentra el 70% de su población.

Esta crisis es la expresión actual de la contradicción entre la ciudad y el campo, que se manifiesta en el hipercrecimiento urbano mundial y esta impactada por la burbuja inmobiliaria que detono la crisis económica mundial de los últimos tres años.
El problema de la vivienda es un problema que recorre la historia de la sociedad de clases, una de cuyas contradicciones fundamentales es la existente entre la ciudad y el campo. Pero bajo el sistema capitalista, ha emergido y crecido en escala. Ya Engels reflexiono, en “Sobre el problema de la vivienda” destacando: (…) la cuestión de la vivienda no podrá resolverse hasta que la sociedad esté suficientemente transformada para emprender la supresión del antagonismo que existe entre la ciudad y el campo, antagonismo que ha llegado al extremo en la sociedad capitalista de hoy. Lejos de poder remediar este antagonismo, la sociedad capitalista tiene que aumentarlo cada día más. (pag. 67, 2da edición de 1887- editorial Anteo, Buenos Aires).

El proceso de crecimiento urbano, también se desarrolla en la Argentina, miles de familias expulsadas del campo, se asientan en las periferias de las capitales de provincias y en el área metropolitana buenos aires.

Emergencia habitacional, ambiental y laboral

En relación con la vida del pueblo en las ciudades, haré referencia a una serie de hechos nacionales que han conmovido a la opinión pública en los últimos tiempos: trabajadores cortando las vías de los ferrocarriles urbanos, usuarios de los servicios eléctricos prendiendo fuego en las esquinas; comunidades originarias defendiendo sus tierras ancestrales mediante cortes de ruta; campesinos pobres chaqueños caminando 250 km y acampando durante 90 días en la plaza principal de la Provincia en reclamo de techo, tierra y trabajo; vecinos de capas medias accionando contra las demoliciones de edificios destinadas a la construcción de edificios en altura.
En varios de esos casos ha habido represión, desalojo, detenidos, muertos. Las necesidades que los ocasionan, sin embargo, siguen sin resolver.

¿Qué refleja esto? Dos aspectos, un mar de necesidades, y una creciente disposición popular a convertir en posible lo que es imperiosamente necesario. ¿Qué hace que alguien salga de su casa con sus hijos y se ponga a acampar en un parque; qué enorme necesidad y qué enorme decisión implica eso? La historia de vida de miles de familias, años de precariedad, de desocupación, de inestabilidad, de desarraigo. Y la decisión de la acción colectiva.

¿Cuántas familias están afectadas por situaciones habitacionales problemáticas? Voy a concentra estas reflexiones sobre el Área Metropolitana de Buenos Aires –AMBA- (abarca la ciudad de Buenos Aires y 25 partidos de sus alrededores), en ella cerca de 3 millones y medio de personas viven en graves situaciones habitacionales
– En el Gran Buenos Aires- GBA- alrededor de 3 millones de personas viven con graves dificultades habitacionales. Hay 1.000 villas y asentamientos, de las que 630 son posteriores al 2001. Alrededor de 500 mil viviendas necesitan mejoramientos y hay 330 mil viviendas irrecuperables. (Fuente: Observatorio Urbano Universidad de General Sarmiento)
– En la Ciudad de Buenos Aires -CABA- están afectadas alrededor de 500 mil personas (Fuente: Informe de la Comisión de Vivienda de la Legislatura de diciembre de 2010). Hay 220 mil personas viviendo en “villas”, algunas de gran antigüedad como la Villa 31 en Retiro, de ochenta años, o como las Villas 15 y 20 en Lugano-Soldati, de sesenta años. Hay 180 mil personas viviendo en construcciones abandonadas o sin uso. Hay otras 150 mil hacinadas en conventillos y pensiones, en inquilinatos y hoteles. Hay 120 mil hacinados en hogares de familiares. Hay 3 mil –y siguen creciendo- en situación de calle, buscando refugio como pueden en la Avenida 9 de Julio, en las recovas de la avenida Alem, en el Parque Lezama.

¿Dónde están todas esas familias? ¿Dónde están en la ciudad? Están en las tierras que descarta lo que el hábitat de calidad determinado por el mercado: tierras bajas, cerca de los ríos, bajo cota de inundación; tierras contaminadas o cerca de fuentes de contaminación; en edificios viejos, deteriorados y abandonados; en espacios que dejan ferrocarriles, autopistas, puentes; áreas donde no hay infraestructura; en las zonas lejanas con dificultades de transporte y comunicación.

Situaciones, todas éstas, que reflejan la imposibilidad de acceder a un hábitat urbano sano, con todo lo necesario: tierra, vivienda, servicios, equipamientos, comunicación y transporte. Y el desplazamiento de los más pobres a las peores situaciones ambientales y de hábitat. Casi siempre los más afectados son los asalariados, los cuenta-propistas, los trabajadores en negro, los precarizados, los tercerizados, los expulsados del campo.
Refleja entonces, también, la imposibilidad de acceder a condiciones laborales con todas las garantías del trabajo, ya que de hecho continúa vigente la ley de flexibilización laboral con su “permisividad contractual”.
También refleja la desproporcionada relación entre salarios (hoy afectados por la inflación) y condiciones de contratación laborales mayoritarias, respecto del valor del suelo, del valor de las viviendas terminadas, del crédito, de los alquileres, de los requerimientos inmobiliarios para poder alquilar, comprar, de los requerimientos bancarios para tener crédito. La relación entre todas esas exigencias y valores, y las condiciones de trabajo son siderales.
Vivimos en una ciudad en emergencia habitacional y ambiental, en la que crecen las demandas de los inquilinos, de los deudores hipotecarios, de los desalojados, de los que viven en zonas contaminadas al lado del Riachuelo, de aquéllos cuya tenencia de la tierra y la vivienda es precaria e insegura. Siguen creciendo, entonces, las necesidades del hábitat.

Experiencia de lucha.

En la Argentina, en el referencia al problema de la vivienda, hay una enorme experiencia popular en tomar el tema en sus manos y en forma colectiva para encarar su resolución.
No es la primera vez que miles de familias del pueblo sin tierra ni vivienda se encuentran en el AMBA sin salida y se ven necesitados de violentar legalidades, reclamando trabajo, tierra, vivienda; reclamando su lugar en la ciudad. El pueblo argentino, y en particular el de Buenos Aires, tiene mucha experiencia para recuperar y tomar como ejemplo.

Voy a destacar una en particular de mucha significación para la situación actual: el gigantesco proceso de ocupación de tierras públicas y privadas en el GBA, que se produjo entre 1982 y 1985, a la finalización de la dictadura, donde un millón de personas ocuparon tierras de lo que hoy se conoce como “asentamientos”, uno de cuyos protagonistas, y en forma destacada, es Juan Carlos Alderete y las familias del Barrio Maria Elena de Laferrere, La Matanza.. Los asentamientos fueron la forma de producción y construcción del hábitat popular en ese período, que se desarrolló y creció bajo los distintos gobiernos constitucionales, en un contexto de progresivo abandono de la solución de la problemática de la vivienda popular por parte del Estado, a favor de su resolución por vía del mercado. Años después y sobre la base de luchas colectivas por la expropiación, la regularización, los equipamientos, la vivienda, y el trabajo, muchos de ellos ya son barrios consolidados, pero aun con grandes necesidades.

En diciembre último la ocupación del parque Indo-americano es parte de un nuevo proceso que siguió con otras ocupaciones en la Villa 31, en Quilmes, en Esteban Echeverría; cuando se articulan en la percepción popular las necesidades, las expectativas y las posibilidades, se lucha por transformar las condiciones en que se vive.

Las transformaciones socio-urbanas en los últimos treinta años.

Bajo la dictadura, en un mes se desalojó a 220 mil personas de las villas. Se desalojaron industrias de la ciudad de Buenos Aires con distintos procesos de erradicación industrial, reduciéndose en 400 mil los obreros industriales. Se expropió y demolió miles de inmuebles para construir las autopistas, desalojando a sus habitantes. Se derogó totalmente la ley de alquileres del año 1947, con lo que se “incorporó” muchísimas viviendas al mercado inmobiliario, desalojando miles de familias que habían vivido en ellas durante casi treinta años. Se remataron casas y departamentos con la Ley 1.050 de Martínez de Hoz. Fueron desarticulando la fuerza social asociada a la estructura fabril y barrial que se había configurado en el proceso de industrialización desde 1930 a 1976.

Bajo el gobierno de Menem se vendieron las empresas públicas y de servicios, y con ellas también las tierras donde se asentaban. Se privatizaron los servicios de infraestructura y el transporte ferroviario, elevando las tarifas. El Estado vendió tierra: la tierra ferroviaria, portuaria, militar, etc. Un ejemplo es la Villa 31, que se encuentra asentada en tierras de varias de las empresas privatizadas. Para radicar y urbanizar la villa se requiere hoy la “expropiación” de esas tierras a sus actuales “dueños”, entre ellos Repsol-YPF, que “las adquirió” junto con la compra de la empresa.

Durante la década del noventa se incorporaron y generalizaron modalidades urbanas -barrios cerrados, torres cerradas, hipermercados y shopping centers, etc.–que, privatizando zonas de la ciudad se fueron apropiando de la tierra pública, con la operación de Puerto Madero como ejemplo destacado. Hay cientos de hectáreas de tierra ferroviaria en el Área Metropolitana Buenos Aires, que son mantenidas por el Estado en espera de “oportunidades de negocios”.

¿Cómo es en la actualidad?

Se articula la demanda de inversores extranjeros y el dinero de la renta de las exportaciones particularmente de la soja que se invierte en “ladrillos” para mantener su valor, con la política oficial, que considera a la construcción como la locomotora que impulsa la reactivación económica y la generación de empleo.
En el mercado inmobiliario, desde el año 2003 a la fecha, se desarrolla un boom inmobiliario: se han construido en el AMBA 10 millones de metros cuadrados, de los cuales el 62% es de vivienda suntuaria.
La política pública de vivienda desarrolla el Plan Federal, programa centralizado y estandarizado (sin flexibilidad en los proyectos, en la superficie por familia, etc.). Este Plan propuso construir en 6 años en toda la Argentina, 420.000 viviendas y generar 1.260.000 puestos de trabajo.

¿Cómo ha sido en el AMBA?
– En el Gran Buenos Aires se proyectó la construcción de 98 mil viviendas. A fin de 2010, se han construido 34 mil y se han hecho 7.500 mejoramientos. ¿En qué tierras? Como la política oficial es de no intervención en el tema de la propiedad de la tierra, y no ha revertido la apropiación del 90 de la tierra pública, estas construcciones se han hecho en las tierras que históricamente y con su lucha y esfuerzo tienen las familias que habitan las viejas villas, en lotes propios, en tierras de los municipios; y el 50% de lo construido se hizo en las tierras que ofrecieron las empresas en la periferia, en particular en el sur y suroeste del Gran Buenos Aires. ¿Con qué forma de contratación? 15.000 viviendas fueron construidas por empresas; 5.000 viviendas por el Instituto Provincial de la Vivienda y los Municipios; y las 9.000 viviendas en villas y las 5.000 viviendas en lotes propios, por cooperativas de trabajo, con ingresos menores e inestables.

– En la CABA se construyeron por el Plan Federal 2 mil viviendas hasta el 2007, en las tierras de las villas. Desde el gobierno de Macri, el Plan Federal sólo habilitó inversiones para las viviendas que construye la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Macri, mientras, sub-ejecuta y desfinancia los Programas de Vivienda, apuesta al boom inmobiliario en las tierras de la Ciudad, facilita el desalojo de las construcciones ocupadas –en 2008 llegó a haber ocho desalojos diarios-, limpia el espacio público de personas en situación de calle, y acosó durante dos años a los habitantes de la villa 31, cerrando con la policía los accesos la villa para impedir las construcciones.

La articulación entre el boom inmobiliario y el Plan Federal, generó en todo el país una gran demanda de materiales, llegando por momentos a agotar el stock y provocar el aumento de los precios de los materiales, beneficiando a las empresas monopólicas productoras de cemento, hierro y cerámicos, mayoritariamente en manos extranjeras.

¿Qué hacer?

La puesta en marcha de algunas operatorias del plan federal, como el plan de emergencia habitacional, el plan mejor vivir, y la construcción de barrios, desato grandes expectativas y en condiciones desiguales, miles de desocupados aportaron su trabajo para construir viviendas y miles de técnicos y profesionales se comprometieron con las organizaciones sociales.

Y si bien, a 7 años, 34 mil viviendas construidas de las 98.000 planificadas son insuficientes para las 330.000 viviendas irrecuperables y las 500.000 que necesitan mejoras en el gran Buenos Aires, esa suma totaliza la misma cantidad de viviendas “sociales” que se construyó entre los años 1976 y 2003. En el mar de necesidades existente, ver esas 34 mil viviendas es un ejemplo de lo que se podría resolver con un plan de viviendas que priorice la resolución de las necesidades populares.

En estos años y en este contexto, las organizaciones populares han desarrollado interesantes experiencias y aprendizaje en la construcción de viviendas, barrios y mejoramientos en articulación creciente con estudiantes, técnicos y profesionales. Mencionando ejemplos del AMBA, se han desarrollado procesos de solución habitacional y consolidación urbana de enorme interés como el de la Villa Palito, en San Justo, que ha radicado y urbanizado la villa construyendo cientos de viviendas; el del Barrio María Elena en Laferrere, que ha construido viviendas en lote propio; y otras experiencias notorias como la construcción del barrio René Salamanca en González Catán por la Federación de Cooperativas René Salamanca de la Corriente Clasista y Combativa; y la construcción de viviendas por cooperativas de vivienda y trabajo en la CABA, en particular las desarrolladas por el Movimiento de Ocupantes e Inquilinos en los barrios de la Boca y Barracas. Y nacionalmente se destaca la experiencia desarrollada en la Provincia del Chaco, que articuló la Mesa del Acampe del año 2009 y las organizaciones campesinas y originarias con el Centro de Vivienda Popular y estudiantes de tesis de arquitectura del Chaco, para la elaboración y ejecución del programa Tierra, Techo y Trabajo, conquistando con la lucha que el gobierno provincial facilite su puesta en marcha, buscando que se lo institucionalice y financie con las condiciones y características elaboradas por las organizaciones populares.

Para poder abordar la resolución de fondo de esta problemática, todas las clases sociales interesadas y necesitadas de una Argentina independiente y autosostenida, tienen que unirse y elaborar un Programa que, reclamando tierra, vivienda y trabajo, articule las imprescindibles reformas agraria y urbana. La unificación en un mismo cuerpo de esas necesidades e intereses y la construcción de un programa de fondo, será un aporte significativo a la verdadera democratización del país.

Mg. Arq. Beatriz H. Pedro
Profesora e Investigadora de la Universidad de Buenos Aires.
Coordinadora del Área Hábitat del Taller Libre de Proyecto Social de la FADU-UBA